La colonización de América, iniciada en el siglo XVI expandió el español por la mayor parte del continente americano, tomando préstamos que enriquecieron su vocabulario de idiomas nativos como el náhuatl o el quechua, lenguas sobre las que también tuvo un notable impacto. Tras conseguir la independencia los nuevos estados americanos iniciaron procesos de unificación lingüística que terminaron de extender el idioma español a través de todo ese continente, desde California hasta Tierra del Fuego.
En
América el español pasó a ser la lengua normal en la enseñanza, en detrimento
de las lenguas generales basadas en lenguas indígenas. Se estima que el español
era conocido hacia 1810 por un tercio de los habitantes de la América española.
El
idioma español siempre tuvo numerosas variantes que, si bien respetan el tronco
principal latino, tienen diferencias de pronunciación y vocabulario, como
sucede con cualquier otra lengua. A esto hay que agregar el contacto con los
idiomas de las poblaciones nativas, como el aimara, chibcha, guaraní,
mapudungun, maya, náhuatl, quechua, taíno y tagalo, entre otros, que hicieron
también contribuciones al léxico del idioma, no solo en sus zonas de
influencia, sino en algunos casos en el léxico global.
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