El español resultó en un idioma híbrido porque el castellano tomó muchas palabras del mozárabe, y se calcula que el español moderno cuenta con aproximadamente 4,000 palabras con raíces árabes.
La creación de un idioma español estandarizado basado en el dialecto castellano comenzó en el año 1200 con el rey Alfonso X, quien fue llamado el rey-erudito de Castilla y León. Él y su corte de eruditos adoptaron la ciudad de Toledo, un centro cultural en la planicie central, como la base de sus actividades. Ahí, los eruditos escribieron obras originales en castellano y tradujeron historias, crónicas y obras científicas, jurídicas y literarias de otros idiomas (principalmente de latín, griego y árabe.) En efecto, este esfuerzo histórico de traducción fue un vehículo importante para la diseminación del conocimiento en la Europa occidental antigua. Alfonso X también adoptó el castellano para el trabajo administrativo y todos los documentos y decretos oficiales.
El dialecto castellano de España ganó amplia aceptación durante el reinado de los monarcas católicos Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, quienes completaron la reconquista de España en 1492 al expulsar a los moros de su última fortaleza en la ciudad de Granada. Isabel y Fernando hicieron el castellano el idioma oficial en su reino. En el mismo año que los moros fueron derrotados, apareció un libro importante: Arte de la lengua castellana (The Art of the Castilian Language) de Antonio de Nebrija. Fue el primer libro para estudiar e intentar definir la gramática de un idioma europeo.
El dialecto castellano de Toledo se convirtió en el estándar escrito y educativo en España, aun cuando permanecieron varios dialectos hablados. El más notable fue el andaluz, un dialecto que se hablaba en la ciudad del sur de Sevilla en la región de Andalucía.
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